Mía es una mujer imprescindible, como tantas, en el día a día de su casa. Lucha contra sus demonios mientras cuida de su madre, su padre, de su hija y de un marido “disidente” pero especialmente se desvela por su hijo Branko que padece una, innominada, enfermedad degenerativa que le va haciendo perder movilidad. Hoy, Branko, cumple 25 años y su “defectuosa” (hoy día se diría “disfuncional”) familia le prepara una fiesta. Es el detonante para hablar, con humor, sencillez y una sinceridad brutal, de todo lo que alguna vez importó, de lo que siempre debiera importarnos: la familia, el paso del tiempo, la aceptación del diferente, la juventud, el amor, el miedo… La vida
Mi hijo sólo camina un poco más lento es un texto extraordinario. Ha sido reconocido con numerosos premios y las puestas en escena se suceden de un país a otro.
