“Harri, Orri, Ar” (‘Piedra, papel o tijera’, en castellano) es el título de la última producción de Dantzaz. Una reivindicación del juego como un territorio creativo abierto a la imaginación del espectador. ¿Cómo incorporar la gastronomía y el sentido del gusto a la danza? ¿Cómo decirlo absolutamente todo en un segundo de silencio? ¿De qué forma podemos dejar que nuestro cuerpo y su movimiento formen parte de un movimiento coral, mucho más amplio?
Dantzaz nos invita a descubrirlo.
La compañía vasca que nutre una heterogénea cantera de bailarines internacionales firma un espectáculo que vuelve a librarse de las etiquetas más convencionales. Un atrezzo que se come, música de mariachis, elementos circenses y la energía y fisicalidad del movimiento tienen cabida en una obra que, como en el tradicional juego infantil, nos recuerda que la fragilidad (el papel) tiene en ocasiones la capacidad de vencer a la fuerza (la piedra).
