Hay dos imágenes que están en mi retina desde que pasé un verano pelando corcho en el Alt Empurdá. Pero, sobre todo, hay una que concentra la tensión que me interesa explorar en la película. La imagen es un hacha, una picaza, dándole fuerte a la corteza de un alcornoque, pero sin llegar a hacerle daño al árbol. Cada vez que el hacha se clava va un poco levantando esa corteza y se va pelando hasta que al final se descubre lo que sería el tronco interno del árbol que estaría en carne viva y es rojo y está sudado y casi sangrante.
Esa imagen, de ese árbol que se pela, de esa corteza que se saca, con una técnica que es ancestral que requiere mucho cuidado, pero a la vez ejerce cierta violencia al árbol, concentra la tensión de la película que es esa tensión entre lo interno y lo externo.
Mikel Gurrea empezó el proyecto de su primer largometraje, Suro, en su residencia de Ikusmira Berriak en el año 2016 y seis años más tarde lo ha estrenado en la Sección Oficial del Festival de San Sebastián llevándose el premio Fipresci, Irizar y el premio de Euskal gidoigileen elkartea. En la sesión de Tabakalera de Cine Hablado nos contará los secretos del proceso de hacer su primer largometraje. Podríamos preguntarle, por ejemplo, si esa imagen que describa en la entrevista ha estado con él durante todo el proceso de la creación de la película.
