Saul Leiter es autor de todas aquellas instantáneas que han poblado nuestra mirada, ya sea por su remarcado contraste cromático, como por su capacidad natural de permanecer en la retina, de ser cultura popular, aunque no Pop Art, debido a la búsqueda perpetua de libertad que llevó a cabo toda su vida. Destinado desde pequeño a convertirse en rabino como su padre, Leiter huyó a Nueva York con veintitrés años para dedicarse a la fotografía. "No tengo una filosofía. Tengo un cámara. Miro a través de al cámara y hago fotografías. Mis fotografías son la parte más pequeña de lo que veo que podía ser fotografiado. Son fragmentos de infinitas posibilidades". En sus "infinitas posibilidades" reside también la audacia para experimentar con el color antes que nadie, convirtiéndose así en pionero y maestro al mismo tiempo.
