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ANE IRAZABAL - 'AWLAD' Documental| Entrevistas en cuarentena

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Periodista freenlance afincada en Roma y especializada en Medio Oriente, Irazabal es una de esas caras que vemos en medios de comunicación vascos, acercando al calor de nuestros salones aquello que sucede en otros puntos del globo. Acaba de estrenar en abierto el documental Awlad, sobre las cuatro etapas de éxodo de cuatro txikis. Hemos hablado con ella y nos quitamos el sombrero.

Periodista freenlance afincada en Roma y especializada en Medio Oriente, Ane Irazabal es una de esas caras que vemos en medios de comunicación vascos, acercando al calor de nuestros salones aquello que sucede en otros puntos del globo. Acaba de estrenar en abierto el documental Awlad, sobre las cuatro etapas de éxodo de cuatro txikis. Hemos hablado con ella y nos quitamos el sombrero.

 

¿Dónde te ha tocado la cuarentena? ¿Cuándo ocurrió y hasta cuándo se preve que se alargue el confinamiento? ¿Problemas como periodista o con las fuerzas de seguridad?

Cuando comenzaron los primeros casos estábamos siguiendo el tema de Lombardía, en Milán, cerca de la primera zona roja. Pero luego volvimos a Roma y la cuarentena me ha tocado aquí. En teoría no podemos salir de la ciudad donde vivimos, después del último decreto que de alguna manera ha restringido un poco los procedimientos.

Tenemos un autocertificado que nos ha mandado el ministerio del interior (como periodistas), que tenemos que rellenar con nuestros datos; y con eso sí que podemos salir a la calle, por ejemplo a hacer los directos para la tele.

Al principio dijeron que iba a ser hasta principios de abril, pero ahora aquí se da por hecho que mínimo hasta principios de mayo vamos a seguir en aislamiento. El estado de alarma durará hasta el 31 de julio. Y está bastante militarizado, sí, aunque yo creo que no tanto como allí, ¿eh?

Awlad se estrenó en Zinexit, ¿cómo fue la acogida? ¿Cuáles iban a ser los siguientes pasos de presentación antes de la cuarentena?

Jo, pues fue muy bonito, porque lo estrenamos un día en Bilbo y otro en Gasteiz y gustó mucho el documental. La gente también mostró mucha curiosidad por poder difundirlo luego en las escuelas, en centros culturales.. La verdad es que hemos tenido una acogida muy bonita, estamos muy contentos.

Ahora lo estamos presentando a un montón de festivales de derechos humanos del mundo, en Colombia, en Argentina, en Seul, en Hungría.. En muchísimos países donde no tienen unas condiciones.

muy estrictas a la hora de enseñar, porque el objetivo al final es concienciar, hacer ver diferentes realidades.. Pero claro, es que se han cancelado todos esos festivales.

Has dirigido esta cinta junto al italiano Cosimo Caridi, ¿cómo decidís subirla en abierto?

Visto que es una situación histórica anómala, que nunca hemos vivido algo así; decidimos ponerlo en abierto para que cualquier persona lo pudiera disfrutar y ver. Porque al final nuestro objetivo es que la gente lo vea, ¿no? Y tener el feedback, que nos digan qué les parece... Nos pareció que era la manera más bonita de hacerlo.

El docu narra la historia de cuatro txikis que han huído de la guerra y ahora viven en otros lugares, ¿Cómo ha sido la experiencia? ¿Qué hay de los campos de personas refugiadas?

Lo ha producido Muzungu, una productora que está especializada en hacer documentales. Y lo más difícil ha sido la preproducción, contactar con las familias, hacer las entrevistas de skype antes de ir a grabar, saber si estaban dispuestos etc. Porque no era ir a sus casa a hacer una entrevista e irnos. Era estar una semana grabando los desayunos, las cenas, las comidas, los juegos.. Era una intromisión muy fuerte de su intimidad. Pero luego, una vez que atamos todo eso, fue muy fácil. Nos han puesto todas las facilidades posibles, han sido muy generosos y ha sido un viaje muy bonito.

En el caso de Jordania, estábamos grabando en el campo de refugiados de Zaatari y había mucho control policial. Luego ya, cuando pasaron los días, por fin la policía se dio cuenta de que no estábamos haciendo nada raro, que luego nada raro no sé lo que es para ellos, pero bueno. El campo es del gobierno jordano y está gestionado por los militares, pero dentro hay muchas ONGs. Así que cuando van los periodistas  tienes muchas limitaciones de horario, te controlan y siguen más.

En el campo de refugiados de Samos teníamos que tener más cuidado, en el sentido de que no nos vieran las personas que están controlando el campo, pero era mucho más fácil escaparte por los olivos y llegar sin ser vista.

Los cuatro protagonistas representan cuantro etapas de una huída. En el caso de las niñas jordanas siguen en Jordania, se han escolarizado este año. En el caso de Samos, toda la familia ha conseguido llegar a la península, están en un campo de refugiados a una hora de Atenas. El caso de la familia de Oñati, después de estar unos meses en Intxaurrondo, ahora viven en Andoain. Y la familia de Berlín, pues sigue en Berlín.

¿Cómo están gestionando la crisis sanitaria en estos lugares menos favorecidos en los que trabajas? Si en el primer mundo estamos así, da miedo pensar en campos de refugiados y en zonas de guerra.

La familia afgana, que ha podido dejar Samos y ahora está en Grecia, siguen las rrss y están bastante preocupados. Porque son conscientes  de que después de años y años de crisis, el sistema sanitario griego no está preparado. Tras años de recortes, tras años en los que  han sufrido muchísimo.. Eso lo saben y están bastante preocupados, aunque yo les veo bastante tranquilos.

La familia que está en Andoain también está preocupada, hablamos bastante y es verdad que claro, tú escapas de un conflicto político y llegas a un sitio donde te sientes seguro, donde acabas de retomar tu vida, y te encuentras con una situación así, de parálisis, de cómo  te va a afectar eso, a tus procesos de asilo, de acogida, de encontrar un trabajo futuro..

Pero es gente muy fuerte que ha vivido de todo y son conscientes de que esta también es una etapa que, bueno, hay que pasar.

Qué mensaje lanzas a tu tierra, tú que tienes una visión más global de todo este asunto.

Hay que tener mucha paciencia, hay que seguir la cuarentena. Hasta que llegue la vacuna o llegue lo que tenga que llegar, el único método que tenemos para frenar esto es el aislamiento. Yo creo que hay que seguir con este aislamiento, cuanto más se pueda mejor, para intentar ponerle freno a esto.

Porque al final, esto se está llevando por delante a una generación de ancianos, a mucha gente que tampoco es anciana, a muchos profesionales de la sanidad que están en primera línea. Por esta gente, que está en primera línea (profesionales sanitarios, limpiadores, todos aquellos que trabajan en los supermercados) para que nosotros tengamos lo necesario y para que no nos falte de nada. Simplemente por el respeto a esas personas, tenemos que cumplir con todo.

Siempre terminamos las entrevistas a la persona portadista diciendo que pidan un deseo. En estos tiempos tristes también hay que dar cabida a la esperanza, así que si quieres decirnos uno.

En estos momentos, ver a mi familia lo antes posible, pero en una situación segura. Porque estoy acostumbrada a no ver a mi familia  durante muchos meses, pero hasta ahora podía hacer planes y decir ‘bueno pues le voy a ver dentro de cuatro meses’.  Esta situación de crisis con los más queridos lejos, se lleva con un poquito más de angustia.

Ahora entiendo muchas cosas que nos contaban los refugiados, por ejemplo esa angustia de tener a tus seres queridos muy lejos y de no saber, no poder controlar, lo que pueda pasar. No poder ir a verles si algo les sucede, ¿no? En un contexto completamente diferente como es el coronavirus, que no tiene nada que ver con una guerra. Pero es esa incertidumbre la que más te.. Lo que peor se puede llevar.

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