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IKER ARRONIZ |Entrevista a uno de los responsables de Jimmy Jazz, Kubik, Mugako, Gasteiz Calling

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Han pasado más de nueve meses desde el primer estdo de alarma y el sector de la música en vivo sigue en espera de normativas claras y, sobre todo, algo de ayuda que haga posible su trabajo. Desde las primeras semanas de marzo, el equipo de Jimmy Jazz de Gasteiz se ha mostrado activo y disponible para trabajar por un futuro digno para las salas de música. Hablamos con uno de los responsables de la sala gasteiztarra, así como festivales como Mugako o Gasteiz Calling, entre otras producciones externas. Pasen y lean.

Tras el mazazo del estado de alarma en marzo, Jimmy Jazz acogió una iniciativa para emitir conciertos en streaming, con producción de lujo y cobrando entrada para las bandas y equipo técnico. ¿Que experiencia tuvisteis con esto?

La experiencia del streaming desde Jimmy Jazz y el equipo que conforma la sala resultó enormemente positiva, porque de alguna forma hizo que después de los 3 meses de confinamiento consiguiésemos volver a juntar a los equipos de trabajadores y, de alguna forma, volver a hacer piña, poner un montón de ideas encima de la mesa y sobre todo volver a engrasar esos ánimos emocionales que de alguna forma ver nuestro trabajo. Respecto al público tuvo un componente positivo ya que, de alguna forma, vino a decir que ahí estábamos en la iniciativa de streaming y nos hizo conectar con nuestra parte más humana, aunque fuese a través de la pantalla. Sobre todo sirvió para revindicar que todo ese ataque frontal que recibimos en esos meses, con la demonización de la música en vivo y el encuentro de personas en masa parecía que no volveríamos a recuperarlo.

El reporte económico no lo tuvo y lo sigue sin tener, pero psicologicamente fue importante. De hecho, Arabatu, la empresa que creamos entre los equipos de Jimmy y nuestros colaboradores externos para esos streamings sigue funcionando y teniendo su demanda. Es algo en lo que hemos podido mejorar y a lo que hemos podido dedicar muchas horas y nos ha ayudado como herramienta para poder visualizarnos. Gran parte de los efectos que ha dejado la pandemia ha sido la demonización de la gente joven, la cultura y la música en vivo. Todo esto pesa ante la sociedad en general y el discurso era claro: somos lugares seguros y la cultura es un bien común y necesario que no se puede quedar aparcado.

 

La realidad en la desescalada: cancelaciones, aplazamientos y miedo institucional, en especial, a la música. Desde el inicio habéis estado muy ligados a la reivindicación. ¿Cómo está el diálogo con instituciones?

Desde el principio hemos estado activos y abriendo todos los canales de comunicación con instituciones como las que surgían desde el sector como Teknikariok o Alerta Roja. El diálogo con las instituciones ha sido frustrante. Desde EH, la respuesta de las instituciones, salvo la Diputación de Araba que ha estado en contacto constante con el sector, la respuesta ha sido nefasta. Estamos en una situación de bancarrota total y, desde el Gobierno Vasco, que son los responsables de la supervivencia de las salas de directo, se nos ha dejado de lado. Desde hace años colaboramos con Gobierno Vasco y hubiese sido fácil juntarnos a todos y haber evitado todos los desencuentros que se producen y las normativas que nos conducen a un pozo sin fondo. Nos encontramos en escenarios inciertos donde nadie sabe cómo se aplican las normas al 100%. Básicamente esta es la descripción. No se ha mirado de los Pirineos para arriba o, directamente, a Catalunya.  No ha habido canales de comunicación con el sector. No hay ayudas directas al sector. Hemos sentido hasta rechazo. Los datos del descenso del trabajo y los ingresos son abrumadores. Estamos todos con agujeros económicos gigantes y sin nadie que nos proteja.


En noviembre, llegó un ciclo como Beste Bat que permite programar con apoyo económico. ¿Cómo estáis en este aspecto? ¿Es posible montar un bolo que sea rentable con las restricciones actuales?

Cualquiera de las actividades que realizamos es absolutamente nula. Ni en Jimmy ni en Kubik podemos sobrepasar el 20-25% del aforo real y hay que sumarles las medidas de seguridad y el personal necesario, barras cerradas y cortes horarios. Tras 10 meses de pandemia llega el programa Beste Bat!, impulsado por Gobierno Vasco, que está muy bien montado a nivel filosófico y real ya que bandas, técnicos, y salas están bien remuneradas. Pero seguimos con el toma y daca con Gobierno Vasco que creemos que está haciendo todo lo posible por ahorrar en Cultura, en Servicios Sociales y en lo más delicado y cercano al ser humano y solo apuesta por mantener viva la industria clásica, por seguir moviendo la rueda del capitalismo más salvaje. Digo esto porque el programa Beste Bat! lleva una partida muy alta, cerca de 1.5 millones de € y también es cierto que parte de ese presupuesto vuelve a revertir en la red de teatros pública que ya tiene sus propios presupuestos y se nos deja de nuevo de lado a los agentes privados que llevamos años trabajando en pro de la cultura y dignificando el oficio, intentando conseguir las mejores condiciones posibles para todos y todas que trabajamos en él.


Todo indica a que recuperar el ritmo antiguo costará tiempo de cara a las salas de conciertos y clubes de electrónica. ¿Toca esperar o hay que diversificarse?


No somos muy amigos de la palabra reiventarnos. Vivimos por y para la sala y los proyectos que surgen desde los encuentros que allí se generan. Nuestro objetivo ha sido visibilizarnos y buscar el resquicio y estar abiertos en cada momento que se pudiese. Posibilitar que nuestro entorno más cercano, Gasteiz y provincia siga teniendo un lugar de referencia para la música en vivo. Esto lleva un desgaste brutal pero mientras podamos no pararnos y seguir abriendo las puertas de la sala en cualquier actividad o concierto.Este ha sido nuestro leitmotiv más que inventar nuevas líneas de negocio. Hay un excesivo discurso sobre algo que no va con nosotros.

Nuestra profesión está ligada a lo que llevamos años haciendo y esta experiencia nos ha dado una mochila que nos hace ser un valor y queremos seguir soñando con un mundo lleno de música, hasta en las condiciones más difíciles. Ya vivimos un cierre forzoso y fuimos el primer sector en decir que, viendo lo que se nos venía encima, decidimos aplazar y cerrar nuestras salas y esperábamos a solucionar el problema de la pandemia. Así que desde junio, nuestra decisión fue pelear por poder estar abiertos igual que pueden estar abiertas multinacionales como Mercedes o Michelin en Gasteiz. Creemos que somos parte del tejido empresarial y cultural de nuestro entorno y vamos a seguir peleando porque nada nos hunda.



Además de Jimmy Jazz y Kubik, también gesionais festivales como Gasteiz Calling. ¿Habéis planteado hacer algo en espacio abierto?

La pandemia nos pilla con la gira de Bad Religion en marcha con miles de entradas vendidas. Tuvimos que gestionar aplazamiento a 2021 con mucho trabajo sin fin económico (devoluciones, cambio de fechas) y, probablemente, tengamos que posponer a 2022. También el Barna'n'roll con situación similar. Teníamos más cosas firmadas y que hemos tenido que cancelar. Es una de las partes que menos hemos trabajado, ya que creemos que ver de nuevo  a miles de personas  juntas no es un escenario probable y no podemos estar frustrándonos constantemente.

Hemos tenido que buscar un equilibrio en el que las frustraciones no nos coman las ilusiones. Siempre hay ideas de buscar formatos más pequeños, diversificar pero son cosas que no hemos podido plasmar por la normativa a día de hoy es sumamente estricta, particularmente en EH, lo que hace inviable realizar nada para miles de personas en espacio abierto. Seguimos intentando ver dónde está ese punto de salida a esta situación.

 


¿Qué radiografía hacéis de la vida cultural de la ciudad?

No nos atrevemos a hacer una radiografía cultural de la ciudad. Creemos que tiene agentes culturales diversos y energía creativa. En esa cadena y en ese entorno siempre hemos encontrado ayudas y gente dispuesta a echarnos un cable en todo lo que hemos querido desarrollar. Nuestra relación con agentes en el ámbito musical como en disciplinas artistas sentimos que es bueno. Parte de nuestra filosofía ha sido acercarnos a todos los agentes que hemos querido oportuno y siempre nos hemos sentido queridos.


¿Planes 2021?     

El plan para el 2021 es seguir sobreviviendo. Es un año que no tiene buena pinta ni desde la sala, ni desde otras iniciativas de formato grande. Sí tenemos algún plan, alguna cosa más pequeña en verano. Algo relacionado con Mugako o con Gasteiz Calling, pero en algún otro recinto y con aforos menores. Todo ello pendiente de cómo transcurren las cosas y en marzo podemos tener algo más claro cómo va a ser el futuro más cercano.


Pide un deseo

Que llegue cuanto antes el 2022, que es como el final del túnel. Volver a la anterior situación en la que, restricciones y normativas a parte, siempre hemos sido los desheredados de las actividades económicas, podamos volver a ocupar nuestro espacio y a juntarnos, saltar, tocarnos, abrazarnos y disfrutar de la música en vivo. Va a costar y casi vamos a soñar que llegue cuanto antes el 2022.

 

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