SALDA DAGO!

El Fantasma de la Cancelación | Editorial NOIZ Noviembre 2020

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Editar una agenda cultural en estos tiempos es algo muy extraño. Nos llegan convocatorias, nuevos proyectos, otros antiguos refundados, adaptados, digitalizados o con aforo reducido. Vemos mucha gente trabajando para ser seguras y adaptarse a la cambiante y confusa normativa sanitaria. Por encima de todo esto podemos decir que la cultura no contagia. Transforma y pone en duda, quizá ese sea peligro. Os dejamos nuestro editorial de noviembre. Va por ustedes.

Estamos como los dibujos animados en los que, para que los personajes anduviesen, era solo el fondo lo que se movía. El sector cultural, una vez más, rema sin saber hacia dónde.

Un sector que reaccionó inmediatamente ante la primera ola de cancelaciones cumpliendo a rajatabla con la normativa de la restricción. Desde el primer momento digitalizaron contenidos durante el confinamiento, adaptaron espacios en la desescalada, cumplieron las medidas de seguridad muy por encima de lo estipulado en la anormalidad y, siempre, siempre, con el fantasma de la cancelación sobrevolando. Un sobreesfuerzo que ni el Ministerio ni las Consejerías ni los Ayuntamientos han valorado a la hora de tomar medidas y apostar por el negacionismo cultural.

En este sentido, hay que romper una lanza a favor de los teatros y las salas de cine, ya que se han convertido en bastión de seguridad y han cobijado muchísima creación local, se han abierto a la música y festivales varios. Pero ojo a las salas de música: siguen cerradas por imperativo legal. Horarios imposibles, medidas anti-barras y miedo, mucho miedo lanzado desde la institución. Un miedo que no corresponde al conjunto de trabajadores de la cultura que han demostrado que quieren y saben generar espacios seguros.

El resultado es claro: no hay ni un brote nacido desde las artes en vivo. La cultura no contagia y así lo demuestra la respuesta del público agotando entradas para la gran mayoría de espectáculos en vivo. Desde NOIZ llevamos 7 meses reflexionando y dando voz a quienes están en esta lucha, pero solo podemos decir: huele a marzo. Huele a castigo, huele a cancelación. Así que lo tenemos claro: la cultura ha demostrado estar a la altura y se ha pasado este tétrico juego.

Si hay "actividades esenciales", la cultura se ha ganado a pulso estar ahí.

Punto.

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